Cuando escuchaba la palabra Brujas, siempre imaginé mujeres horrendas con una gran nariz y con intensiones macabras. Con el paso del tiempo, me dí cuenta que las brujas son mujeres con magia, con el poder de sanar o de lastimar a otras personas así como de percibir y ver cosas que otras mujeres no pueden ver.
Entonces recordé que en mi linaje, procedo de una bruja, una mujer chamana, que nos contaba historias sobre cosas fuera de lo natural. En su época, estos dones se juzgaban como cosas del demonio y en ocasiones daban miedo.
La abuela Soona, que en otomí significa luna, se enteró por primera vez de su don cuando era niña, una gitana le leyó su mano diciéndole que tenía un don chamánico y que su instinto la haría ver cosas que no comprendería.
Mi abuela fue la curandera de su pueblo, optó por sanar y ayudar a la gente, pero tenía como vecino a un brujo que no hacía cosas buenas. Ella contaba que una ocasión vio cuando él cayó del cielo en una bola de fuego y se transformó en nahual. Ella decía que no tenía pies, pues los escondía entre los matorrales. Los días martes y viernes la abuela nos prohibía hablar de cosas mágicas, buenas o malas, porque decía que el vecino la escuchaba. Siempre fue muy cautelosa y guardaba la distancia con él.
Las personas que pedían su apoyo y no tenían con que pagar, lo hacían en especie. Un día llegó una mujer a la casa, mi abuela solo la observo, ella se puso nerviosa y le entregó una olla con caldo de res dándole las gracias por haber apoyado a sus familiares. Mi abuelo, contento, lo tomó para comérselo, pero mi abuela se lo arrebato y le dijo que la olla estaba llena de gusanos. La abuela, dejo el caldo en el sereno y al día siguiente, la olla no tenía carne, solo gusanos con agua. Ella siempre le decía a mi madre “taco que te regalen serénalo”. Nos comentó que muchas veces quisieron lastimar física y espiritualmente, por lo que siempre estaba en alerta.
Una semana antes de llegar a la celebración del día de muertos, dejaba de curar. Decía que tenía que estar tranquila y en paz con su alma, para recibir a sus ancestros. Cuando acomodaba su altar, colocaba muchísimas velas de aceite que ella misma hacía, a cada vaso le ponía el signo de la cruz y nombraba a muchos difuntos. El día 31 de octubre, a mediodía hacíamos un camino con flores de cempasúchil, para recibir sus almas. Mi abuela colocaba unas sillas porque decía que los difuntos venían cansados. Muchas veces la ví sentada hablando en otomí, aunque estaba sola parecía que charlaba con alguien más.
También nos contó de la mujer que paseaba por el terreno donde estaba su casa. La difunta estaba molesta porque mi abuelo descubrió su tumba y encontró unos pequeños trastos dentro de su ataúd. El abuelo Juan los sacó, estaban en muy buen estado, mi padre siendo niño le contó a su maestro de primaria del hallazgo, así que el profesor visitó a mis abuelos. Cuando vió los enseres, se dió cuenta de que eran de oro, así que se los pidió prestados, con la excusa de que serían expuestos en una universidad de la Ciudad de México. Jamás se volvió a saber de él, así que la difunta sigue molesta por que no se le regresarón sus pertenencias.
Mi abuela también nos contaba la historia del conejo blanco que salía después de la media noche a mitad del patio, su resplandor era indescriptible, y se escondía junto al lavadero de mi madre. La abuela decía que, el conejo señalaba donde se encontraba escondido el dinero, pero que eso no estaba destinado para ella.
Todas mis hermanas hemos presenciado cosas mágicas. Mi hermana Anaís y yo, tuvimos una experiencia no muy grata, una ocasión al cerrar los ojos para dormir ambas vimos rostros desagradables nos levantamos deprisa y pensé que yo estaba soñando, pero al compartir nuestros sueños, eran idénticos entonces nos preguntamos ¿lo vimos ó lo soñamos?. En otra ocasión, el día de la navidad, estaba con mi hermana Adriana y al apagar la luz de la recamara se escuchaba una dulce melodía, pensé que me estaba haciendo una broma para no dejarme dormir con una tarjeta musical. Esto me enojó mucho, pero al verla pálida con una mirada desconcertada y miedosa, entendí que algo pasaba, entonces, prendimos la luz y no había nada, la música dejaba de escucharse, así que salimos de la recámara y fuimos a la de mis padres los despertamos y cambiamos habitación por más de un mes. Con el tiempo entendimos que eran ángeles.
Anaís desde que fue pequeña tuvo siempre experiencias inexplicables. Todas las noches no me dejaba dormir, yo la cuidaba porque ella veía a muchos hombrecitos a su alrededor que subían a la cama o que trepaban por los muebles y hasta se enojaban con ella, ¡tal vez eran duendes!, no lo sé, yo nunca los ví, pero Anaís no dormía. Con el tiempo entendió que tenía un don, así que se atrevió a usarlo, trasmitiendo su energía sanadora y preparando en su caldero deliciosas pócimas que te hacen recuperar la salud.
Adriana, también ha tenido experiencias mágicas. A ella se le revelan cosas que sucederán a través de los sueños, además, ve seres que nosotros no vemos. Ahora que ha estado con mi madre, la ha visitado una niña pequeña de tan solo 7 años, tal vez se trate de una hija de la abuela Caya, se llamaba María y murió en la casa a consecuencia de un rayo en una tormenta eléctrica.
Cuando papá estaba ya muy enfermo, su espíritu fue a visitarla para pedirle que fuera a verlo. Lo mismo paso con la tía Clara antes de morir, que fue a despedirse de ella y a la semana falleció. La abuela Caya la visita mucho, aunque no convivió con ella, están muy conectas.
Mi hermana Ariche, renunció a su don. Ella percibe qué tipo de energía tienen las personas, pero ha tenido experiencias no muy gratas por lo que trata de ocultarlo y de alejarse cuando algo no ésta bien.
Mis hermanas y yo estamos energéticamente conectadas, cuando le sucede algo a alguna de nosotras, nos soñamos y lo sabemos.
Creo que todas tenemos algo de magia en nuestro interior, no importa si somos brujas o chamanas. Todos los días realizamos hechizos de amor, de fraternidad, y de comprensión para los seres que que forman parte de nuestra vida, hechizos que nos permiten fortalecernos como familia, como hermanas, o como amigas, la magia esta mas allá de lo que nuestros ojos ven es solo entender lo que nuestros corazones sienten.
Por: Xareni
Me encantó el como relata la historia como tal lo va relatando es algo mágico te llena de intriga más que de miedo