Nellie querida, cómo me hubiera gustado conocerte, sentarme a tu lado y escuchar los hermosos relatos acerca de los Hombres del Norte a quienes admiraste, como también lo hiciste con la fuerza de las mujeres en medio del conflicto. A través de tu pluma considero curaste la herida, “vengaste la injuria” que provocó el maniqueísmo político del poder reinante. Tu escritura otorgó inmortalidad a quienes dieron justo sentido a la Revolución Mexicana: los y las desposeídas. Nos heredaste con amorosa mirada y lenguaje sencillo la memorable huella histórica de la sublevación del pueblo. Momento crítico en nuestro país, lleno de promesas y resistencias ante la presunción de la democracia y la modernidad, ni lograda ni cumplida. Sin embargo, contamos con un monumento, ahora museo a los héroes, que no a las mujeres que también fueron valientes protagonistas. Mujeres pasadas por alto en la compleja y destructiva guerra civil conocida como Revolución Mexicana.

Pudiera lamentarse, pero no, en ese momento muchas mujeres preparadas en las escuelas normales influenciadas por el incipiente movimiento feminista del porfiriato se involucraron en la lucha, como lo hiciste desde tu trinchera. La semilla plantada por dicho movimiento continúa.

A más de cien años de distancia, nuestro país pareciera permanecer sin cambios. Sin embargo, las mujeres seguimos siendo las principales destinatarias de las injusticias e inequidades, por eso se levanta la voz en constante protesta. Pero, qué te digo, si tú fuiste víctima de la ceguera y sesgo dominante en el mundo de la literatura, aunque pacientemente supiste alimentar tu espíritu, voluntad y cuerpo inquieto con las letras y la danza, atenta a las ideas y trabajo de aquellas personas importantes por su osadía y entrega a una causa, aunque no fuera la suya. Hablo de esa ceguera que aún domina, que no duerme y aprovecha cualquier grieta para colarse e imponerse en el imaginario de hombres y mujeres. Por ello, no dejaremos de escribir de lo más importante en nuestra vida; nosotras, nuestras ancestras y nuestras niñas para seguir siendo proyectos de cambio.

La revolución la considero inconclusa, padecemos aún del apetito de una estructura social resultado del combate por el derecho a la vida, con todas las armas y el fuego que nos provoca la existencia, la naturaleza y el cansancio por la opresión y subordinación femenina. Con respecto a la igualdad de género, la lucha continua no ha sido suficiente, las pretendidas transformaciones para la construcción de una sociedad realmente justa, moderna y democrática. Necesitamos romper las prácticas de intercambio de mujeres entre hombres, y dejen de ostentarse como sujetos de derechos sobre ellas. Es urgente el abandono de los estereotipos que las normas y costumbres nos imponen. Deseamos educar hijos e hijas sin miedo ni violencia y que sus voces sean escuchadas y valoradas por igual. Como escribió Simone de Beauvoir, otra mujer rebelde como tú, “la feminidad se fabrica” y también la masculinidad, afirmación revolucionaria con vocación transformadora y democrática. La palabra escrita por mujeres nos devela hechos ocultos, nuevos sentidos y significados en busca de cura a la inequidad desde su raíz. Me enamoré de tu mirada de niña agradecida con su madre. Gracias por invitarnos a la disrupción a través de la escritura, dejas honda huella en cómo enfrentar desde el arte, las batallas que aún no se han ganado, pero que pueden ser el punto de partida para crear y actuar con sentido femenino y revolucionario. Nellie te ofrendo mi reconocimiento y consideración a tu sentir en esos dos últimos años de vida, que no fueron los mejores ni lo que tú merecías. Abrazo tu obra y poesía.

Yo

 

Dicen que soy
brusca
Que no sé
lo que digo
Porque vine
de allá
Ellos dicen
que de la montaña
oscura
Yo sé que vine
de una claridad
Brusca
porque miro
de frente
Brusca
porque soy
fuerte
Que soy
montaraz
Cuántas cosas
Dicen
Porque vine
de allá
de un rincón
oscuro de la
montaña
Mas yo sé que
vine de una
Claridad.

 

4 comentario en “Carta a Nellie por Dolores Flores”
  1. Gracias por tan hermosa y sensible Carta a la memoria de Nellie Campobello, fue triste su final, que por supuesto no sé merecía.

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